"Indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne, justificado en el Espíritu, visto de los ángeles, predicado a los gentiles, creído en el mundo, recibido arriba en gloria."
1 TIMOTEO 3:16
El misterio de la encarnación es insondable: "Dios fue manifestado en carne". El hijo de Dios, que siempre había sido espíritu, fue "hecho semejante a los hombres" (Filipenses 2:7). El principio del evangelio según Juan nos recuerda que Jesús dejó la gloria eterna al hacerse hombre. "Aquel Verbo (Cristo, la palabra de Dios) fue hecho carne" (Juan 1:14). "Por lo cual, entrando en el mundo dice: Sacrificio y ofrenda no quisiste mas me preparaste cuerpo... He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad" (Hebreos 10:5-7).
Esta voluntad divina consistía en salvar a los hombres, en expirar sus pecados para que un día pudiesen ir a su presencia, en compañía de Cristo. Para ello, la santidad y la justicia de Dios exigían un sacrificio, el sacrificio de una víctima perfecta. que no tuviese defecto. "Sin derramamiento de sangre no se hace hace remisión" (Hebreos 9:22).
El Espiritu Santo descendió a la tierra el día de Pentecostés y permitió a los creyentes comprender toda la magnitud de la obra de Jesús; la redención fue cumplida y Dios mostró so plena satisfacción resucitando a su Hijo y elevándolo a la gloria.
Hasta la tierra bajó el cielo,
de Dios misterio es Emanuel;
cubre a su gloria humano velo;
de hinojos, demos loor a Él.